Por lo tanto hoy toca hablar de Marco Pantani “el pirata” y mi querido José Mª Jiménez “el chava”. Dos ciclistas distintos al resto, que coincidieron en una misma época, fueron rivales aunque Marco siempre venció, los dos mejores escaladores que he tenido el placer de ver, siempre luchadores y siempre al ataque, los dos tenían una forma de ver el ciclismo muy similar.
Marco Pantani, de origen italiano, fue una de los mejores escaladores en los 80’s. Desde siempre apunto para figura, como aficionado logro 3 podios en la prueba del Girini. Destacaba su figura de escalador a la usanza, fino y bajito, muy ligero sobre la bicicleta y con aquel pañuelo que adornaba su cabeza que le trajo el sobrenombre del Pirata, era un corredor explosivo, sus ataques eran de los mas duros que he visto y pocos le podían seguir. Fue campeón del Tour’98 por delante de Jan Ullrich. Épica fue la victoria en L’Alpe D’Huez donde realizaría la ascensión más rápida de la historia y le metería 8,57 a Ullrich y prácticamente dejaría sentenciado aquel Tour. Pero la tragedia se cernía sobre la carrera de este ciclista, sufrió dos graves caídas antes de su gran explosión, una de ellas cuando un gato se le cruzaba en la carretera disputando el Giro’97. Tras sus éxitos llegaría su positivo en un control de Hematocrito en el Giro’99 y su sonada polémica con Lance Amstrong cuando este dejaría al Pirata vencer en el Mont Ventoux y después se paso el día diciendo que había dejado ganar a Pantani, le lamo elefantino y dijo: "Fue un error dejarle la victoria. Todo el mundo sabe que no era el más fuerte" aquello no fue muy de caballero, por lo que el italiano se paso el resto del Tour atacando a Amstrong. Tras el positivo fue perseguido por la justicia italiana, pero lo peor fue su final, falleció en una habitación de hotel debido a una sobredosis de cocaína, en aquella habitación dejo su última carta.
José María Jiménez Sastre, conocido como el chava, a él no le gustaba que lo escribieran con “b”. Este torero del ciclismo, el curro romero de Ávila, era imprevisible, como dijo Miguel Indurain “cuando iba bien, iba excesivamente bien; cuando iba mal, pocos lo hacían peor”. Era un artista y como todos los artistas vivía de las musas. Una persona especial de las que te marca, y chava marco y mucho, era querido por todos los aficionados al ciclismo, por esas tardes en las que se sentía inspirado y atacaba a 50kms de meta, dos, tres o las veces que hiciera falta hasta que se iba. Pero era aun mas querido por aquellos días en los que de tanto atacar se desfondaba y llegaba a 10 minutos o porque simplemente aquel día no podía o no quería. “Yo, todo o nada. Si no puedo ganar, ni me molesto en intentarlo” y así lo hacia, tenia las condiciones para haber sido un ganador del Tour, pero tenia la cabeza en otro sitio y bendito sitio, porque jamás podré olvidar aquella primera subida al Angliru, donde Tonkov le sacaba mas de un minuto y el ataco en las rampas mas duras, nadie sabia donde estaba Jiménez debido a la niebla que acompaño aquella etapa y a falta de 2kms cuando las cámaras de TV acompañaban a Tonkov y le daban una ventaja alrededor del minuto con el del barraco, aparecía este saliendo de la niebla y pedaleando como si no llevara 200kms en sus piernas. Tío simpático ante las camaradas y del que todo el mundo siempre ha hablado cosas buenas, pero igual que se comportaba en la carretera lo hacia en la vida, el chava cometió excesos y tal vez por esos excesos se nos fue, o tal vez se nos fue porque aquellos que le aplaudían en las tardes buenas le dejaron caer en las malas, el chava amo la bicicleta como muchos pero la disfruto como pocos. Carlos Sastre ganador del Tour’08 y su cuñado dijo esto al cruzar la línea de meta de París con el maillot amarillo: “Él se murió muy pronto. Me enseñó a ver la realidad del ciclismo y también de la vida. Fue como mi hermano pequeño pese a estar en dos mundos tan opuestos. Me vacilaba mucho pero me quería con locura. Y con lo que pasó se convirtió en la persona que más me ha hecho llorar en mi vida. Siempre soñamos con un triunfo así, en la meta del Tour. Y nunca lo conseguimos. Hablamos tantas veces de entrar juntos cogidos de la mano. Pues ese beso significaba que la victoria era también de él, mía y del Chava. Entramos de la mano en la meta”. Sin duda alguna un corredor distinto, Jiménez fue aquel chico que de tanto tirar en el Tour’96 dejo a Indurain al descubierto.
Hoy toca etapa en la que estos dos hubieran disfrutado. Llegada inedita en la bola del mundo.
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